Es que no condenar el nazismo es repetirlo. Del mismo modo, la reivindicación brutal y espantosa del genocidio realizada por Milei en el debate presidencial se dirige hacia ese horizonte tenebroso. Es una justificación, un intento de legitimación de la crueldad infinita, la represión y la muerte, la aniquilación del «otro», hacia donde apunta toda su gestualidad y su discurso, sin ambages. Estas expresiones de odio y ofensa no son simplemente una reivindicación, sino más bien un proyecto claro.
Las reacciones de repudio y condena de toda la comunidad deben ser enérgicas y decididas. Estas manifestaciones antidemocráticas, que son al mismo tiempo reivindicación y programa, constituyen una apología de delitos de lesa humanidad que no puede ser tolerada por la ciudadanía y las fuerzas democráticas. Debemos reafirmar decididamente los valores de la Memoria, la Verdad y la Justicia, para que nunca más exista una dictadura genocida en Latinoamérica.