Manuel Belgrano, aquel abogado que se convirtió en militar, fue quien trazó una de las páginas más importantes de la historia argentina. Pensó y actuó para construir un país de unión y prosperidad para las presentes y futuras generaciones, pero fue Mitre el que nos contó quien era y, entonces, Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, fue el héroe que creó la bandera y murió pobre.
Belgrano fue vocal de la Junta porteña que el 25 de mayo inició el periplo libertario. Murió el 20 de junio de 1820. Olvidado por años, en 1938, bajo la presidencia de Roberto Ortiz, el Congreso Nacional promulgó que cada 20 de junio se celebre el Día de la Bandera. No sería casualidad que durante la llamada “Década Infame”, con la sucesión de gobiernos conservadores y de elecciones fraudulentas, se dé comienzo a un cambio cultural, que impactó directamente en la historia construida para el sistema educativo nacional.
La bandera se izó por primera vez a orillas de Paraná en 1812, y luego fue mandada a guardar por el gobierno de Bs As, pero Belgrano se negó y siguió enarbolando la enseña patria aún a costa del enojo del gobierno central.
¿No hubiera sido pertinente que el “Día de la Bandera” fuera un 27 de febrero? Pero no. Se elige el día de la muerte de Belgrano y entonces se deja, oculta, envuelta en la celeste y blanca, la historia escrita, no solo a sangre y fuego, sino también con ideas y pluma, con alianzas y decisiones, el pensamiento político de Belgrano.
Belgrano fue general del Ejército del Norte, pero también fue político y estadista, que pensaba un futuro estado soberano, con normas que, de haberse traducido a contenidos de manuales escolares, tal vez hace rato hubiéramos dejado de lado debates atemporales a los que aún asistimos.
El legado político de Belgrano fue de tremenda importancia económica, cultural, educativa y social.
Pero dado el tiempo histórico que nos toca vivir y los resabios europeizantes que resurgen una y otra vez, es posible recuperar dos de sus tantas acciones políticas que debieran ser recordadas, leídas y enseñadas en las aulas argentinas.
Uno fue el Reglamento para el Régimen Político y Administrativo y Reforma de los 30 Pueblos de las Misiones. Este reglamento, escrito durante la Campaña al Paraguay, cuando entra en relación con los pueblos guaraníes, observando la situación social, económica y, también, pensando en el futuro político de la naciente patria, redacta lo que serían las primeras bases constitucionales, en el campamento de Tacuarí.
En la biblioteca del Senado de la Nación se encuentra documentación original donde se puede leer: “A consecuencia de la proclama que expedí para hacer saber a los naturales de los pueblos de Misiones, que venía a restituirlos a sus derechos de libertad, propiedad y seguridad de que por tantas generaciones han estado privados, (…) y a virtud de las altas facultades que como a su vocal representante me ha conferido, he venido en determinar los siguientes artículos, con que acredito que mis palabras, que no son otras que la de Su Excelencia, no son las del engaño, ni alucinamiento, con que hasta ahora se ha tenido a los desgraciados naturales bajo el yugo del fierro, tratándolos peor que a las bestias de carga, hasta llevarlos al sepulcro entre los horrores de la miseria e infelicidad, que yo mismo estoy palpando con ver su desnudez, sus lívidos aspectos, y los ningunos recursos que les han de dejado para subsistir”
El Reglamento consta de 30 artículos donde se detallan una serie de derechos reconocidos a los pueblos originarios de Misiones, se reconoce el derecho a la libertad, a la propiedad de la tierra, la que se le concederá en forma gratuita reconociendo la pertenencia legítima; al comercio libre y franco; a ejercer empleos públicos, civiles, militares, de la administración y eclesiásticos. Especifica la organización urbanística de los emplazamientos, destacando los lugares para el Cabildo, la Iglesia y el cementerio. Determina la venta de tierra a los no naturales, cuyas ganancias constituirán un fondo para la construcción de escuelas de primeras letras, artes y oficios.
La concepción de estadista de Belgrano queda reflejada en el art. 18 del Reglamento cuando determina la compra, por parte del gobierno, de instrumentos para la agricultura y la ganadería, que se otorgarán a los naturales, dado que “nada se haría con repartir tierra” sino contarán con estas herramientas para el trabajo.
En el Reglamento también determina que los cargos públicos y la administración de hacienda y de justicia recaigan en hijos del país. Un detalle no menor pensando en el contexto epocal en el que se escribe el reglamento.
Otro hecho de relevancia fue el encuentro de Belgrano con el Cacique Cumbay. Fue durante la Campaña al Norte. El encuentro se produjo en Potosí. Cumbay era un cacique de un conglomerado cercano al Chaco, había participado con sus ejércitos en varias de las contiendas independentistas pues era, como muchos de los nativos, un ferviente partidario de la revolución por la libertad del yugo español. Pero a pesar de ello, el cacique no había querido nunca entrar en contacto con los blancos, ni entrar en las ciudades hispanas.
Cuando escuchó que Belgrano estaba en la zona, le solicitó una audiencia; el general contaba con gran fama entre los originarios y recibió al Cacique. Cumbay llegó a Potosí acompañado de un intérprete, sus dos hijos, y una escolta de 20 flecheros, que portaban el arco en la mano izquierda y una flecha envenenada en la derecha. El encuentro fue altamente diplomático. Cumbay, después de mirarlo un rato con profunda atención, le dijo por medio de su intérprete: “Que no lo habían engañado, que era muy lindo, y que según su rostro así debía ser su corazón”. Belgrano lo agasajó con un gran despliegue militar y con regalos, lo que fue retribuido por el Cacique. El resultado del fraternal encuentro fue una escuadra de 2000 naturales para el ejército patriota. La fidelidad que tenían los naturales a Belgrano era tal que, aún después de las derrotas y de haber abandonado el mando del ejército, continuaron luchando solos contra los españoles y prestaron eficaz auxilio a los generales patriotas en el Alto Perú.
Si de construcción de la patria hablamos, y si valoramos a Belgrano como un héroe de la independencia, nunca dejemos de volver a la concepción multicultural que tenía, como política de estado.
Tekoá. Cooperativa de Trabajo para la Educación Ltda.
1 Senado de la Nación. Biblioteca de Mayo (1963) Guerra de la Independencia, Buenos Aires Tomo XIV, págs. 12482-12483.