Así estamos con las elecciones presidenciales, evento decisivo para el destino de nuestro país, encontrándonos cotidianamente en conversaciones en las que se destacan la preocupación, la angustia y la reaparición casi mecánica de los mismos temas, de los mismos temores. Atrapados entre lo siniestro, es decir, lo espantoso que parecía haber quedado atrás, y lo inconcebible, o sea, los escenarios inimaginables de un futuro que llegó hace rato y se resisten a la significación (el horizonte de lo ya vivido de la dictadura, el neoliberalismo, los “estallidos” y negociados a costa de la represión y el hambre).
Ese escenario terrorífico que fue elaborado y metabolizado colectivamente a través de la creación del genial Charly García, en un disco memorable «Clics modernos», que hace unos días cumplió 40 años de su lanzamiento. El arte es una vía para el procesamiento de lo traumático, a partir de la transformación de lo siniestro en maravilloso. Charly puede, por su talento, convertir en canciones fascinantes y asombrosas, puede “expresar” en la belleza de sus composiciones algo tan indecible como las desapariciones de personas en la Dictadura, un agujero sino en el sentido de las categorías básicas del pensamiento, de lo pensable, como las ideas de la vida y la muerte, como estados elementales de la condición de los seres.
En esa encrucijada psíquica, la generosidad del artista consiste en que todos podamos decir lo indecible. Lo horroroso que vuelve, el retorno de lo ominoso, aun cuando, en ese momento crucial de transición de la Dictadura a la Democracia (el disco se presentó en el Luna, cinco días después de la asunción de Alfonsín), García prometía que los carceleros de la humanidad no nos atraparían dos veces con la misma red, o que los Dinosaurios iban a desaparecer, parece que aun esos peligros perviven, como nubes negras y espesas en nuestro horizonte incierto.
Esos carceleros están agazapados, como fieras sanguinarias, para dar el salto hacia la destrucción de los logros y derechos conquistados de un pueblo que se debate entre la conciencia y el síndrome de Estocolmo. Ayer fui a la marcha del orgullo y los slogans reflejaban esta preocupación, “Orgullo es democracia, Milei no”, “Cupo trans sí, Milei no”, etc. eran consignas que rebosaban las coloridas pancartas.
En su desborde destructivo, el candidato y sus adláteres ha insultado y denigrado a las diversidades y disidencias de la heteronormatividad, los ha comparado con piojos o elefantes, un expediente básico del fascismo, degradar la humanidad de las personas a insectos, alimañas. Esa operación fue anticipada por otro artista genial, cuando en su cuento “La metamorfosis”, imaginó la conversión de Gregorio Samsa en un repugnante insecto, transformación que, poco después, en manos de un delirante, sufrirían cinco millones de personas.
Como decía el Maestro Sigmund Freud, no hay que ceder en las palabras, porque se termina por conceder en los hechos. Es tan inimaginable el escenario que se cierne, oscuro y turbio, si se dan los temidos resultados, que muchos dicen, insólitamente, que votarán al candidato porque “no va a hacer lo que dice”. Sin embargo, son propuestas bien realizables: la destrucción de la educación y la salud pública, la reducción al extremo de lo concebible por el capitalismo, del hombre a mercancía, de los derechos a mercancías, de los niños a mercancías, de los órganos a mercancías, incluso, claro, de los clubes a instituciones privadas, despojadas de cualquier función social.
Ni Agustín Cuzzani hubiera imaginado un Lupus tan despiadado ni un Garibaldi tan envilecido y humillado. Esa pesadilla, que incluye como una imagen intragable la repugnante reivindicación del Genocidio, se terminará o redoblará el lunes 20.
Si no se cae en el abismo, comenzará otra etapa, de reforzamiento de los valores democráticos y de mejoramiento de su calidad, sobre todo en la reparación de las injusticias y desigualdades sociales, para que “Nunca más” los autoritarismos antipopulares dominen la escena de nuestras vidas.
Leticia
Muy buen informe. Ojalá lo lean, especialmente, aquellos que aún le creen a un mentirosos como Milei, y lo piensan votar. Anoche en el debate quedó bien clarito cómo nos mentía a todos los argentinos en la cara; decía no haber dicho cosas que muchos lo escuchamos decir en algunos programas de televisión. ¡¡¡Si miente ahora, qué no hará si llega a ganar!!! ¡¡¡Dios nos libre y nos guarde!!!