El diputado nacional Pedro Galimberti (UCR) se expresó con celeridad y en consonancia con su jefe político, el jujeño presidente del radicalismo nacional, Gerardo Morales (con quien mantendría algún rencor por haberse hecho el “desentendido” ante las quejas del chajariense por no poder contar con los candidatos presidenciales de Juntos en su lista para la gobernación), rechazando el apoyo inconsulto de Patricia Bullrich a Javier Milei, el candidato libertario que no ha escatimado insultos, agravios y acusaciones contra los correligionarios, sin señales de pedir perdón o mostrar arrepentimiento alguno.

“@PatoBullrich dilapidó, en pocas horas, la confianza de millones de argentinos. Confianza que se construye de manera lenta y que se esfuma -siempre- rápidamente. Argentina está en crisis, y su pronunciamiento inconsulto, como autoridad partidaria y ex candidata presidencial, mella también la confianza de los demás actores que confluimos en la coalición. Los argentinos no podemos elegir entre lo malo y lo más malo. La prescindencia de un proceso que nos resulta ajeno era la opción más prudente para que el país elija en libertad, sin que nadie tenga que andar diciendo a quién votar”, posteó Galimberti en sus redes sociales. 

El radical remató su publicación en la red social X (ex Twitter) con una reflexión interesante: “La neutralidad no es inocente, es una expresión política de descontento. Es un hecho político en sí mismo. El país se reconfigura con un futuro incierto. Lo mismo ocurrirá en el sistema de partidos y en las coaliciones”.

Entre “lo malo y lo más malo” que señala Galimberti hay un espacio político que celebra el ajuste con acelerador pisado, que reivindica al FMI, que insulta al Papa, que piensa que este es un país de mierda habitado por pelotudos, que representa la reivindicación de la dictadura militar y justifica los actos genocidas, donde su máximo referente, Javier Milei, califica al gobierno de Raúl Alfonsín («el fracasado hiperinflacionario de Chascomús») como el peor de la historia Argentina y además confiesa que libera su estrés, frustraciones y enojos, golpeando e insultando a un muñeco con la cara del “Padre de la Democracia”; que además llama a todos los radicales inútiles y grandes responsables de la decadencia del país, que los califica de “kirchneristas con buenos modales”, fracasados y tibios acomodaticios que solo van detrás del cargo. 

Peronismo y radicalismo han sido rivales históricos, sin embargo sus disputas se dieron dentro del juego democrático, en un marco de tolerancia y respeto, no se recuerdan registros de semejante nivel de agresión y ofensa como la que desplegó el candidato libertario que ahora pide la escupidera e implosiona junto con Macri “el destructor” y los “duros” del PRO, una alianza donde los radicales siempre fueron furgón de cola, convidados de piedra, usados en muchos casos y ninguneados en tantos otros.

¿Se puede salir a decir que la patria está en peligro con Milei, como dijo Morales y otros correligionarios, y al mismo tiempo ser neutral?

Ante eso, y frente a la otra opción, la de un candidato que habla de reconciliación, de un gobierno de unidad nacional y defendiendo los valores de la democracia, Galimberti como tantos otros radicales por estas horas, eligen “la neutralidad” como expresión política de “descontento”.

Alguien dijo alguna vez que, en política, la neutralidad suele ser el refugio de los cobardes.