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viernes 13 de diciembre de 2024
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Nota escrita por: Ricardo Monetta
domingo 4 de febrero de 2024
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La República Perdida: No hay neoliberalismo sin traición (Parte Dos)

Es innegable que la primera batalla legislativa ha sido ganada por el oficialismo en la votación en general de la llamada Ley Ómnibus, aunque lo más árido será el próximo martes en la discusión de artículo por artículo, donde se esconden las verdaderas intenciones del oficialismo en lograr las facultades delegadas al Poder Ejecutivo, las privatizaciones de las principales empresas del Estado y la facultad de tomar nueva deuda en dólares sin pasar por la autorización del Congreso. Si esto no es entregar el funcionamiento del país a un mitómano y su séquito de delirantes ideológicos, es que estamos en un serio problema de conciencia cultural donde se han erradicado los conceptos de Patria, Nación, y exiliar de la memoria colectiva las históricas luchas de militares como San Martín o Belgrano, pro hombres de la política, de las letras, de las ciencias, y de todos los caudillos que alguna vez lucharon por la causa Federal.

En el objetivo de dar por finalizada la batalla cultural, este gobierno viene a dar por muerta a la «verdad». El poder mediático dominante, que ha cogobernado sistemáticamente en nuestro país, ha puesto como nunca, toda su artillería para ocultar y falsear la verdad y blindar a este gobierno para que no se note su absoluta improvisación e ineptitud para tan enorme responsabilidad.

El Congreso es fiel exponente de la decadente mediocridad legislativa. Algunos que no tienen voz, porque no saben qué decir, porque su ignorancia política les pone límites, creen que ha llegado una oportunidad de hacer «valer» su voto no por convicción ideológica, sino una oportunidad de entrar en la famosa «rosca», en la que gana a la larga el Gobierno o los empresarios, pero el que pierde es el pueblo, es más que seguro. Estos legisladores no quieren ser sepultados por el olvido, y son como los perros de los banquetes, al pie de la mesa a la espera de las migajas de las negociaciones que pueden aparecer en el Mercado Libre de los votos. Se disfrazan de políticos enmascarados que mutan sin rubor de liberales a fascios libertarios, de clásicos a supuestos renovadores, de heterodoxos a ortodoxos, de progresistas a neoliberales. Es por eso que asomamos al precipicio de la política «tribal». Esa maquinaria palaciega donde algunos políticos entran como cerdos y salen como productos manufacturados por el «establishment» dominante.

Mientras tanto, en las calles que rodean al Congreso, la «caballería rusticana», versión motocicletas de la Sargento Pato Bullrich, pretende intimidar a la población ensañándose con los jubilados y con los periodistas, sobre todo los que reflejan la realidad, con una actitud patoteril que ya es un clásico en la doctrina policial de nuestro país. Para ellos ha llegado la hora de ejercer el monopolio de la fuerza pública de acuerdo a las reglas impuestas. Por eso los poderosos «aprietan» sin límites porque los protege el «sistema», acompañado por la Justicia, los medios, la banca, el campo, la extrema derecha o la derecha extrema no confesada.

Mientras tanto el dólar blue, y sus compañeros de especulación financiera. Y cuando el dólar vuelve a sudar sudamos todos. Hoy cuando el poder Real te mete la mano en el bolsillo, no lo hace con una navaja en el cuello, te arrima el filoso informe de la cotización a la yugular. O sea un robo aséptico, limpio. Disuade más y evita la discusión.

Y además no hay nada más viejo y actual que amenazar con una divisa. Y si no pregúntele al FMI cuántos países tiene de rodillas, porque sus vasallos los endeudaron para financiar la fuga de divisas. Y si no pregunte a su «socio» Macri que a cambio del paquete de funcionarios que ya han fracasado, para que le administre la economía, lo terminará haciéndole «chocar la calesita», como dicen en el barrio.

Sr. Javier Milei, usted es el Presidente de la Nación. Pero recuerde que no es su dueño. Porque el miedo que pudiera paralizar ahora a la «masa trabajadora», puede despertarse cualquier día, y entonces sí, cuando asome ese nuevo día, creerá entonces sí que la historia se repite, primero como tragedia, y luego como farsa» (C Marx Brumario 18) y será protagonista de un nuevo Versalles, donde en sus habitaciones Robespierre se está probando su traje de Justiciero.

Después no diga que no se le avisó. Será Justicia.

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