Un destello de luces inundó el set mientras Mirtha Legrand, la incombustible diva de la televisión argentina, recibía al gobernador de Entre Ríos, Rogelio Frigerio, en su icónica mesa de los sábados por la noche. El clima era expectante; la velada prometía, como muchas veces, una serie de declaraciones y debates candentes. Sin embargo, lo que quedará grabado en la memoria colectiva no será tanto el contenido político, sino un desliz histórico que dejó a los concordienses, y a otros tantos entrerrianos, boquiabiertos.