Es un viejo chiste de economistas, pero con una vigencia que se renueva porque la realidad que refleja siempre es la misma: ¿Cuánto necesitas que dé? Es la respuesta del técnico al político cuando este le reclama lo provea de valores de la economía real, que le sirvan para defender las ‘bondades’ de su gestión. El discurso de Milei no escapó a las generales de la ley y salvo al gordo Dan, o un sobrino mío que ya va por las 28 primaveras y ha encontrado en el discurso libertario la herramienta perfecta para molestar a sus padres, que le reclaman que ya ha transcurrido la tercera parte de su vida y que, salvo vivir del monedero de mama, dormir hasta las vísperas, e incomodarlos gritándoles ‘libertad, libertad, libertad’, cuando lo interpelan, no hay un solo renglón de alguna significación, en la libreta que registra su biografía personal.