El desamparo que vive hoy la militancia peronista y social en Entre Ríos es histórico. No existió en estos 40 años conductor tan perjudicial como Gustavo Bordet que, de tanta siesta y descompromiso con la provincia, el país y su gente, lo único que dejó fue tierra arrasada. Cerrar la casa partidaria y otros ámbitos de discusión política en un momento clave de la batalla cultural fue condición necesaria para la entrega ideológica silenciosa. Se negó a que la militancia (a la que vició de lo peor) diera esa batalla, para así ser bien visto por los Macri-Milei. Primero ganó uno, luego el otro. El peronista histórico que lo votó supo calificar a personajes así con un epíteto lapidario: traidor. Ahora, en cambio, el cementerio en que transformó a ese conglomerado político no atina a levantar la voz. Tan destrozado quedó todo que hasta el Intendente Francisco Azcué (UCR) y el mismo Kueider se dieron un lujo impensado: Azcué aconsejó al peronismo, utilizando para ello a Kueider: "Esos son los políticos que necesitamos", dijo alabando al Senador. En tanto, el Senador -ya envalentonado- les pidió a los peronistas “hacerse cargo”. ¿Cambió de partido? Todo para satisfacción y contento de Radicales necesitados de que los peronistas se les parezcan en capacidad de sumisión y así no quedar tan expuestos ante la historia, en el primer caso y, cinismo a ful, extremo, en el otro.. Por suerte para quienes aún conservan la esperanza en recuperar al movimiento nacional, hay ejemplos a seguir en este país generoso en riquezas. Se superará este momento en que la gente solo pelea por hambre. Volverá ese país sorprendente que es Argentina y que dejó boquiabierto al mundo luego del 2001. Hay historia.