La argentina bajo el gobierno de Javier Milei revela un escenario distópico donde el poder se ejerce sin proceso, la corrupción impregna todos los planos de la vida social y la violencia simbólica y material se naturaliza como destino. Entre la motosierra y la farsa mesiánica de un “salvador”, el presente se degrada y el futuro aparece hipotecado.
A 53 años de la masacre de Trelew, el recuerdo de los 19 militantes fusilados en la Base Almirante Zar sigue siendo una herida abierta en la memoria colectiva. En plena dictadura de Lanusse, la represión militar transformó en tragedia la fallida fuga de Rawson. Sólo tres sobrevivieron para contar el horror. Entre los fusilados estaba Alfredo Kohon, de Concordia, de apenas 19 años.
La sombra del colonialismo vuelve a asomar en América Latina bajo nuevas formas de injerencia. Entre conferencias militares, presiones económicas y amenazas de intervención, Estados Unidos insiste en marcar el rumbo de la región. La pregunta persiste: ¿seremos capaces de defender la soberanía nacional como lo hicieron aquellos que enterraron el ALCA en Mar del Plata?
Otra vez la Casa Blanca fue el escenario de una reunión en busca de un declamado Pacto de Paz, entre la presencia del dictador vigente en Ucrania, Vladimir Zelensky, y los líderes de la Unión Europea para escuchar la posición de la Federación Rusa al dictador ucraniano, luego de que previamente Donald Trump se reuniera a solas con Zelensky para mostrarle delante de un mapa cómo van a quedar configurados los límites territoriales como producto de la conflagración bélica que todavía sigue en los últimos estertores de una Ucrania que agoniza, pero pretende conservar todo como al principio, desconociendo que es el perdedor de la guerra en forma inminente y que los tiempos han cambiado.
En medio de la tensión internacional, la reunión de este 8 de agosto entre líderes europeos y el presidente ucraniano Zelensky evidencia que la guerra en Ucrania no solo depende de las armas, sino de intereses políticos y económicos que trascienden el conflicto. Mientras se discuten posibles soluciones, persisten las maniobras diplomáticas, los sabotajes y la presión de potencias que buscan mantener su influencia, sin importar el costo humano y geopolítico.
La reunión en Alaska entre los líderes mundiales de EE.UU. y la Federación Rusa ha puesto en marcha una serie de actos diplomáticos en una transición geopolítica de alcance histórico que pretende reconfigurar los equilibrios mundiales, desplazando el eje del poder político, económico y cultural desde Occidente hacia Oriente. Es que durante las últimas décadas, las placas tectónicas del sistema internacional han comenzado a moverse lentamente, abriendo diversas líneas de fractura que delimitan los contornos del mundo que se viene.
El viernes 15 de agosto es la fecha de la reunión cumbre entre el presidente Donald Trump y su homólogo, para tratar de llegar a un acuerdo que profundice las condiciones para alcanzar, por lo menos, un alto el fuego entre Kiev y Moscú. Los europeos de la OTAN y el dictador Zelensky han quedado afuera de la discusión.
El gobernador Rogelio Frigerio llegó a Concordia con un discurso contra el populismo y en defensa de la transparencia. Sin embargo, su paso por el macrismo, el endeudamiento con el FMI, el vaciamiento de la Ley de Medios y los silencios frente a hechos locales como la clausura de una radio, exponen una memoria selectiva que omite responsabilidades propias y contradice la imagen que busca proyectar.
El 6 de agosto de 1945, Estados Unidos lanzó la primera bomba atómica sobre Hiroshima, inaugurando una era de exterminio masivo que marcaría para siempre la historia de la humanidad. En este texto, se repasa el trasfondo político, militar y moral de aquella decisión —y de las que vinieron después— denunciando el cinismo imperial, el racismo estructural de sus ejecutores, y la continuidad de una lógica de muerte que hoy amenaza con volver. De LeMay a Reagan, de Hiroshima a Gaza, una reflexión descarnada sobre el poder, la memoria y el peligro de la impunidad atómica.
Hay circunstancias en las que conviene tomar un poco de distancia en el tiempo para reaccionar de manera tal que las emociones no dominen el raciocinio, y así tratar de calificar un mero hecho administrativo convertido en un acto de injusticia social de serias consecuencias. El intempestivo —pero fríamente calculado— cierre total de la F.M. Radio Ciudadana de Concordia, por parte de un Ejecutivo que firma la ordenanza, y un Concejo Delirante, que conspiró entre las sombras del ocultamiento a la oposición para evitar un debate ineludible en las prácticas de la democracia, constituye un acto propio de los gobiernos totalitarios.