Mientras tanto, los «vasallos» europeos de la OTAN se inclinan por lanzar una lluvia de misiles, no nucleares, sobre objetivos estratégicos de la Federación Rusa, como las estaciones de alerta temprana, que son los «ojos» que advierten con antelación de la llegada de misiles, y también sobre la Central Atómica de Kursk. Esto podría considerarse un peligro para la seguridad existencial de Rusia, lo que aumentaría la intensidad de la guerra.
¿Por qué es importante la elección en EE. UU.? Porque si gana Kamala Harris, continuaría con mayor intensidad el conflicto, lo que redundaría en mayores ganancias para el Complejo Industrial Militar (CIM) y desgastaría a Rusia con la prolongación de la guerra, que para EE. UU. no es más que un paso intermedio para llegar a su máximo enemigo, China. Pero si gana Donald Trump y cumple lo que prometió, que es terminar la guerra en horas, eso acabaría con el negocio del CIM y toda la industria bélica. Se piensa que esta decisión de Trump ha sido la base de los intentos de asesinato por parte del llamado «Estado Profundo», que es el gran capital global internacional. No sería nada extraño, ya que los estadounidenses ya han asesinado a cinco presidentes de su propio país.
Así las cosas, los pueblos europeos, no los dirigentes de la OTAN, prefieren que gane Trump porque ya están sufriendo un colapso económico por culpa de la guerra. Sin embargo, los iraníes no desean a Trump, porque durante su presidencia mandó a asesinar al más brillante general iraní, el Gral. Soleimani, cuando viajaba en auto para establecer la reanudación de relaciones diplomáticas con Arabia Saudita.
En Moscú saben que gane quien gane las elecciones en noviembre, si EE. UU. no acepta que ha perdido la guerra, la perspectiva de un conflicto total está servida. Pero lo peor es que será más que nada una derrota de la OTAN contra Rusia, lo que traerá consecuencias para todos los líderes europeos del mundo occidental, dentro y fuera de Europa. Entonces, la pregunta es: ¿qué precio está dispuesto a pagar la OTAN para no quedar humillada al ser «arrastrada» por el «socio americano», que no sufrirá en su «casa» los misiles rusos, pero sí lo hará toda Europa? ¿Cómo preparar al público para la nueva «narrativa» con una propaganda que se ha venido desplegando desde hace una década por los gobiernos protofascistas de Occidente?
Por supuesto, si la Federación Rusa es la triunfadora, deberá moderar sus exigencias en las condiciones del terreno conquistado y estar dispuesta a ceder. Desde ya, la región del Donbás quedaría para la Federación, junto con Crimea y Odesa. ¿Y cómo reaccionarán los «histéricos» países bálticos, junto a Polonia, que se relame para entrar en la guerra por su condición de país «rusofóbico», junto con Alemania, que busca venganza por la derrota humillante de 1941 en Kursk y Stalingrado a manos del ejército ruso?
Rusia sabe que si Ucrania dispara misiles de largo alcance sobre territorio ruso, solo puede hacerlo en una maniobra coordinada con los satélites militares de EE. UU. y la OTAN. Si eso sucede, Putin advirtió el jueves pasado que tal decisión «cambiaría la naturaleza del conflicto» y consideraría que tanto la OTAN como EE. UU. están combatiendo contra Rusia. Otra opción que maneja Rusia es extender más la conquista de territorio ucraniano hacia Nikolayev y Odesa, privando por completo a Ucrania de su salida al mar, lo que significaría una victoria militar estratégica, ya que por ahí Ucrania exporta sus granos, su principal ingreso económico.
Zelenski, mientras tanto, lleva la derrota «impresa» en su rostro, y le van a hacer pagar caro sus propios «padrinos» por haber avanzado sin consultar a los altos mandos su «ofensiva» en Kursk, lo que costó 18 mil muertos, miles de heridos y una derrota apabullante. Es la hora del pase de facturas, reproches y agravios. La OTAN ya tiene un reemplazo: un militar ucraniano pronazi con sed de victoria (¡Que parezca un accidente!). Para colmo, uno de los nuevos aviones F-16, piloteado por el mejor aviador ucraniano, fue derribado por problemas de coordinación.
En Ucrania, unos 800 mil hombres en edad militar han pasado a la «clandestinidad» y han cambiado de domicilio para no ser llevados a la fuerza al frente de batalla. Hay redadas callejeras para levantar a cualquier civil y darle formación militar básica. Ucrania ya ha perdido la quinta parte de su territorio, y con una población que deberá afrontar un invierno con severos cortes de luz y calefacción, se anuncia un éxodo de centenares de miles de ucranianos hacia la Unión Europea este otoño-invierno. Posiblemente este conflicto se extienda unos meses antes de colapsar.
Lamentablemente, un comediante farsante sirvió de instrumento a la «élite» occidental para que en 2014 diera un golpe de Estado e iniciaran una aventura que puso a todo el planeta en riesgo total. La guerra es una cosa muy seria para dejarla en manos de fundamentalistas ideológicos que creen ser los elegidos del universo. Ya nos pasó con Hitler. ¿No aprendieron la lección?
Korea del Centro
Estimado, los norteamericanos no están libres de ser alcanzados por la tecnología rusa, pero claro; eso significará el fin de la humanidad. Por supuesto que Rusia sufre desgaste pero no a los niveles de desgaste que está sufriendo la otan. A modo de ejemplo, en algunos casos la producción de ciertas armas en Rusia supera en una escala de 10 a 1 a la producción de toda la otan.
La otan ya está derrotada, y subsiste la posibilidad de una escalada nuclear pero los norteamericanos no parecen ser suicidas, lo más probable parece ser que en algún momento arrojarán a Europa a su suerte y luego se ofrecerán a reconstruirla para seguir lucrando.