Argentina, donde más impuestos pagan los que menos tienen
En Argentina, según la información de la Dirección Nacional de Investigaciones y Análisis Fiscal del Ministerio de Economía, en 2021 el 48% de los ingresos tributarios provinieron de impuestos sobre bienes y servicios. Esto demuestra que prácticamente la mitad de la recaudación argentina se explica por impuestos al consumo, que gravan en mayor proporción a personas con menor capacidad económica.[i]
A diferencia de lo que ocurre en otras latitudes, en los países del norte rico, en nuestro país, los asalariados y los pasivos son los principales aportantes de recursos al Estado. El Impuesto al Valor Agregado, -IVA-, impuesto indirecto por excelencia, es el que mayores recursos aporta al fisco, el 23% (+/-), del total de la recaudación. Mientras que el Impuesto a las Ganancias, languidece en un segundo lugar, cuando debería ser, por lejos el de mayor participación porcentual. Eso provoca la insólita situación que un trabajador promedio paga no menos del 30% de sus ingresos en concepto de impuestos indirectos trasladados a los precios, y hasta ahora, peor todavía, casi dos millones de asalariados pagan ganancias, aumentando la arbitrariedad de nuestro sistema recaudatorio. Mientras que el sector empresarial, paga, efectivamente, en concepto de ganancias, mucho menos de lo que debería, por el sistema de exenciones vigente, diseñado para evadirlo.
El Impuesto a las Ganancias sobre los salarios, razones de una arbitrariedad que se intenta corregir
Entre tantas arbitrariedades de nuestro sistema tributario hubo una, que acaba de ser anunciado será corregida, (si la oposición no bloquea la iniciativa en el congreso), surgida hace unos años (por la razón que señalamos de la perversión del sistema de ‘exenciones a las ganancias’). En términos sencillos, ganancia es la diferencia entre ingresos y costos de cualquier proceso productivo. Pero como las retribuciones a los trabajadores forman parte de los costos, se descuentan del monto de ganancias y por lo tanto disminuyen el monto a pagar por este concepto. Eso hizo que las empresas comenzaran a retribuir a sus propietarios con ‘salarios’ que en realidad son distribuciones de ganancias escondidas, pero al ser registradas contablemente como ‘costos’ disminuyen en forma directamente proporcional, las ‘ganancias’ de la empresa y consecuentemente el pago del impuesto en cuestión.
El Estado entonces, en lugar de eliminar las exenciones al impuesto a las ganancias, y por urgencias fiscales perentorias, imaginó y aplicó un impuesto sobre los salarios más altos. Pero poco a poco, la inflación por un lado y las necesidades fiscales por otro, hicieron que el piso de los ingresos afectados por este impuesto fuera bajando hasta alcanzar no solo a las retribuciones a propietarios y accionistas, disfrazadas en forma de ‘salarios’; sino también a millones de trabajadores cuyas retribuciones superaban los ingresos promedios del sector. Creando una situación paradójica: que muchos salarios dejaran de ser considerados tales y para el fisco fueran entendidos como ‘ganancias’. Mientras que los sistemas de ‘excensión impositiva’ permitiera considerar auténticas ganancias como ‘costos’ (SIC).
Esto es lo que trata de corregir la decisión que acaba de anunciar el gobierno, al anunciar que eliminará el impuesto a las ganancias sobre los salarios de casi dos millones de trabajadores; pero dejándolo sobre las retribuciones de los ‘gerentes’ que ingresan a sus bolsillos cifras sustantivamente mayores al promedio y también sobre otra institución, absurdamente injusta, de nuestra economía, que se conoce como las ‘jubilaciones de privilegio’. Que se han autoasignado el sistema judicial y el sistema político. Paradoja de paradojas, porque quienes son elegidos para garantizar la igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley, se exceptúan a si mismos de este imperativo democrático. Instalando de este modo una aberrante desigualdad.
“Gastamos más de lo que ingresamos al fisco, por eso este país no funciona”
¿Quién no ha escuchado esta mentira infinitas veces?, que levante la mano. Y decimos mentira porque no es que gastemos más de nuestros ingresos, la verdad, que no se dice, es que nuestros ingresos son menores a nuestros gastos, porque las empresas que deben pagar impuestos los evaden, por nuestro perverso sistema de exenciones fiscales.
Una presión tributaria elevada[ii] no debería considerarse un aspecto negativo del sistema tributario. En realidad, es un indicador de la capacidad recaudatoria del Estado frente a los ingresos que se generan. Gran parte de los países que poseen un alto grado de desarrollo económico y los más elevados índices de Desarrollo Humano (IDH) a la vez, tienen los mayores niveles de presión tributaria. Para dar un ejemplo, Noruega, según el IDH elaborado por Naciones Unidas, se ubicó en 2020 primera en el ranking del Desarrollo Humano con un índice de 0,959. Ese mismo año presentó un alto nivel de presión fiscal: el 38,6% del PIB. El argumento sobre la presión tributaria “confiscatoria” encubre la protección de la riqueza de personas adineradas y grandes empresas. Para algunos sectores, el derecho de propiedad parece tener prioridad por sobre otros derechos fundamentales, como los económicos, sociales y culturales. A pesar de la difusión de la idea de que los derechos civiles y políticos no tienen costo para el Estado y que los DESC sí, las libertades privadas conllevan grandes costos públicos, ya que su protección siempre depende de una acción estatal. (misma fuente)
En Argentina, la presión fiscal – recaudación tributaria como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB), es menor al – 30% (en 2021 el 28 %); y está por debajo del promedio de otros países, no solo desarrollados, sino de nuestra región, por ejemplo, Brasil, donde supera el 32%%.
Igualmente, la importancia de los impuestos al patrimonio ha sido históricamente insignificante en nuestro país, a pesar de ser éstos los tributos reconocidos por excelencia como los mejores distribuidores de riqueza. Desde los inicios de la conformación del Estado Nacional, el sistema tributario se caracterizó por una tenaz resistencia de la elite con capacidad contributiva para cumplir con sus obligaciones fiscales y aceptar esquemas tributarios más equitativos (Gaggero y Grasso, 2005). Esa baja participación llega hasta nuestros días: los datos oficiales muestran que el impuesto sobre bienes personales representó en 2021 el 2% de la recaudación, mientras que los impuestos provinciales sobre la propiedad equivalieron al 3,6% de la presión neta total.[iii]
Lo mismo ocurre con el impuesto a las ganancias para personas físicas. En 2021, el promedio de los países desarrollados y en vías de desarrollo (por adoptar categorías habitualmente utilizadas por la ‘prensa seria’ (SIC), estuvo entre el 42,5 %, y el 55,9%. De hecho, casi todos los países alcanzan y superan el 35% mientras que, en nuestro país, en términos reales, ni nos acercamos a esa cifra.
Trampas habituales
Para no agobiar, solo daremos un ejemplo de estos días. Nuestro coprovinciano, Guillermo Michel, actual responsable de la AFIP, puso en evidencia una fenomenal evasión de decenas de miles de millones, por parte de LIVENT, la empresa minera, propiedad de un fondo buitre, que prácticamente monopoliza la extracción de litio en nuestro país. ¿El mecanismo? Como por nuestros sistemas de exenciones a las ganancias, puede descontar de ellas los equipos que trae del exterior para su proceso. Entre otras trampas, LIVENT compraba equipos en china, suponiendo a un millón de dólares, pero lo hacía a través de una subsidiaria de su propiedad, que luego se los vendía a, un ejemplo, a 30 millones de dólares, a si misma, descontando esta cifra de sus ‘ganancias’ robándonos a los argentinos la cifra evadida.
Dicen que están en contra del impuesto a las ganancias porque quieren ‘invertir’ (SIC) pero la realidad es que lo que quieren (y hacen) es fugarla.
Para los grandes grupos económicos argentinos transnacionalizados y las empresas multinacionales, así como para las personas más ricas, casi siempre vinculadas a estas empresas, la presión tributaria es infinitamente menor que para el resto de la sociedad. Ellos minimizan sus obligaciones a través de maniobras fiscales permitidas por la legislación vigente.
[i] https://www.revistaanfibia.com/especial/mitos-impuestos/
[ii] https://www.revistaanfibia.com/especial/mitos-impuestos/
[iii] Mitos Impuestos – Revista Anfibia
Maria
Eiestein Albert, dijo, dos cosas infinitas existen, MARIO, Una es el universo, y la otra la Estupidez Humana. Que le han probado a la Yegua. Deja de ver TN.
Meniato
El mas Clásico, es el Evadible, porque con 450/550.000 millones dólares en paraísos fiscales, más 150.000 millones, escondidos dentro de nuestro país, es el más clásico, y la falta de pago de impuestos y su Evasión, desde hace 100 años, genera una gran Inequidad, destrucción social, Inmoralidad, sumado a inseguridad jurídica. Nos destruye como sociedad.