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Concordia
sábado 27 de julio de 2024
Nota escrita por: Ricardo Monetta
jueves 23 de mayo de 2024
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La Revolución de Mayo: Un Enigma Histórico

A través de los años, cuando se va disipando la bruma de la Historia, surgen nuevas interpretaciones de ese acontecimiento que dio origen a una nueva entidad política con olor a Independencia. El interrogante clave fundamental de muchos historiadores es: ¿Fue verdaderamente una Revolución lo acontecido en aquel lejano mayo de 1810?
Hace 64 días

Para eso es necesario repasar algunos elementos para comprender la esencia y el espíritu tanto de los actores que la protagonizaron, como el contexto con que se desarrolló. Como primera medida, hay que tener en cuenta que la creación del Virreinato del Río de la Plata respondió a fines estratégicos, políticos y económicos que obedecían a los intereses del monopolio comercial español, con entera despreocupación de las necesidades de la región conquistada. Por eso, la razón determinante de la creación del Virreinato, con Buenos Aires a su cabeza, no respondió a ninguna visión de alta política nacional tendiente a aglutinar los intereses de la región, sino todo lo contrario, defender los intereses monopolistas de su comercio frente al anglo-portugués de la Colonia del Sacramento. Por lo que la implementación del Virreinato significó el predominio de los intereses comerciales portuarios de Buenos Aires sobre todos los restantes intereses del territorio virreinal. La unidad económica existente antes de su creación se rompe con este acontecimiento. Es completamente antihistórico afirmar que los movimientos de la Independencia fueran un acontecimiento reaccionario que quebró la unidad hispánica, y que después de la independencia, «la Colonia recién comenzaba».

En ese contexto, las invasiones inglesas sirvieron a los «criollos» para fortalecer su autoestima. ¿Habían defendido a la Colonia ante el invasor británico? Ya que habían sido los protagonistas de la Reconquista, ¿por qué no podían entonces ser los protagonistas de la Independencia? Y entonces fue que pasó lo que tenía que pasar: la famosa llamada «Revolución de Mayo». Pero, ¿fue realmente una revolución la de mayo de 1810? Si se entiende en esa época por Revolución lo sucedido años antes en la Revolución Francesa, no se le parece en nada. No hay «toma de la Bastilla». No hay todo un pueblo sublevado. No hay un pueblo enardecido en armas por la verborragia de sus ideólogos. Si solo querían «saber de qué se trata»… Esta Revolución de Mayo de 1810, hecha por Buenos Aires, que debió tener por objeto único la Independencia de la República respecto de España, tuvo, además de emancipar a la Provincia de Buenos Aires de la Nación Argentina, el propósito de imponer la autoridad de su provincia a la Nación emancipada de España. Fue entonces que ese día cesó el poder español y se instaló el de Buenos Aires sobre las Provincias Argentinas (unitarios y federales). O sea, el «coloniaje porteño» sustituyendo al «coloniaje español». Y eso significó un «extravío» de la Revolución, debido a la ambición de Buenos Aires que dio origen a dos países distintos bajo la apariencia de uno solo, la Nación Argentina. Algunos aseguran que así se configuró un Estado metrópolis y otro «vasallo». El uno gobierna, el otro obedece, el «uno» goza del tesoro (la Aduana), el otro lo produce, el «uno» tiene asegurada la renta, el otro no tiene asegurado su pan…

O sea, lo que sucedió fue que se cambiaron las autoridades burocráticas españolas por otras de origen criollo, pues el poder real (el económico) de la sociedad colonial se hallaba en manos de las oligarquías terratenientes y comerciales hispano-criollas. Esa burocracia importadora fue el único grupo social dominante en la Colonia a quien la Independencia vino a liquidar. Por eso algunos sostenían que Castelli expresaba que la Revolución de Mayo era la historia de una «carencia». Esto significaba que el movimiento revolucionario de mayo carecía de una burguesía revolucionaria. Moreno y los suyos tenían las ideas revolucionarias lo mismo que la pasión encendida, pero no tenían una clase social indispensable. Los ideólogos de la Revolución de Mayo se asumieron como una minoría ilustrada cuyo pulso no debe temblar, al igual que los «jacobinos» de la Revolución Francesa, porque están seguros no solo de poseer la razón, sino de ser la razón misma de la Revolución. Mariano Moreno era un místico, que a la hora de doctorarse había cambiado la Teología por la Democracia, Tomás de Aquino por Rousseau, y el púlpito por la prensa. Pensaba y sentía como un revolucionario. Otra hubiese sido quizá la Historia si no lo hubiesen asesinado en alta mar.

Sería injusto adjudicarles a los integrantes del grupo de libertarios la responsabilidad de haber originado la división profunda que terminaría en una sucesión de luchas intestinas. Pero también es cierto que allí se originó la fractura entre la clase terrateniente y el interior «profundo» de los caudillos federales que al final terminaron en la famosa «grieta» que nos acompaña hasta hoy. Ellos sembraron el camino de la esperanza de una nueva patria independiente, republicana y, sobre todo, federal. Todavía esperamos que la Historia y la patria engendren los hombres necesarios para poder ilusionarnos de que todavía no está todo perdido.

¡¡Viva la Patria!!

 

 

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