En estas horas, el fiscal del juzgado de Sebastián Ramos desestimó plenamente los fundamentos en cuanto a Nancy Pazos. La otra causa recayó en Ariel Lijo, justo el juez propuesto por Milei para la Suprema Corte de Justicia. Esta fue una jugada de Cúneo Libarona para «quedar bien con el presidente» y evitar el ostracismo político.
La persona que marcó a fuego a Cúneo Libarona fue la bella modelo Lourdes Di Natale, quien durante la campaña electoral de 1989 se subió al «Menemóvil», donde tuvo protagonismo. Lourdes subió gracias a una amiga común del candidato Carlos Menem. Tras la victoria, Lourdes recaló directamente en la Secretaría Privada de la Presidencia, a las órdenes de dos secretarios de Menem: el ex-policía Ramón Rosa Hernández (quien también era su mucamo) y Miguel Ángel Vicco. Acosada por el policía Hernández, quien a fines de 1989 se jactaba ante ella de haberse vuelto tan rico como para no tener que trabajar nunca más, se ganó su odio porque ella no quiso intimar con él. Buscó refugio en Vicco, quien le facilitó un encuentro con el presidente, a quien le pidió el pase a otro destino. Así fue como comenzó a trabajar con Emir Yoma, en plena calle Florida 980, frente a la Plaza San Martín, conocida como la «minicarpa» por negociarse allí todo tipo de acuerdos comerciales hechos a «la sombra» del poder, o sea, ilegales.
Lourdes trabajó allí seis años y contó a la justicia que uno de los más asiduos visitantes, en ese momento misterioso, era Alfredo Yabrán. Había que anunciarlo como el «Amigo» o el «Amarillo» (por el color de OCASA, una de sus empresas en el ambiente de los correos privados y los transportes blindados de caudales), mercado del que se estaba apoderando con métodos mafiosos, mediante la compra de voluntades entre los oficiales de las distintas policías, lo que le brindaba un escudo protector ante las denuncias de sus competidores.
Durante ese tiempo, la salud de Lourdes se fue deteriorando a causa de las amarguras que le deparó su amor fou a Mariano Cúneo Libarona, a quien conoció cuando estaba en la «lona» y le consiguió trabajo como abogado de Emir Yoma. Además, se sintió desilusionada al enterarse de los muchos negocios turbios en los que estaban involucrados sus admirados jefes… y el mismo Cúneo Libarona. La gota que rebalsó el vaso llegó cuando Aurelia Heidi Hoffman, mano derecha y testaferro de Emir en muchas empresas, le mostró documentos y un maletín que eran celosamente guardados en la caja fuerte de un octavo piso en una oficina de Paraguay al 500. Le dijo que eran del fallecido Carlitos Menem Jr. Este maletín era una de las cosas que llevaba el hijo del presidente cuando su helicóptero se estrelló. Esto me consta porque cuando entrevisté para la TV a Zulema Yoma en su piso de Avenida Libertador, me comentó que no aparecieron el maletín, ni los 30 mil dólares, ni el costoso reloj que llevaba Carlitos, aunque sí se le devolvió el reloj al padre de Carlitos a través del comisario Armentano, jefe de la Custodia Presidencial.
A principios de octubre de 1998, Lourdes denunció públicamente hechos de corrupción cometidos por su ex-patrón, Emir Fuad Yoma, cuñado del presidente y encargado de cobrar y repartir comisiones y «retornos». Lourdes ya había trabajado en la Secretaría Privada antes de que este asumiera la presidencia.
En algunos de estos «chanchullos», como los llamaba ella, había participado el padre de su hija y abogado de Emir Yoma, Mariano Cúneo Libarona, quien le habría proporcionado valiosa información. En medio de este farrago, Lourdes relacionó a Carlos Menem, Yoma, Alfredo Yabrán y Monzer al Kassar con los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA. Cuatro años después, Lourdes moriría en oscuras circunstancias. Para entonces, Carlos Menem y Emir Yoma, a causa de sus declaraciones, habían estado detenidos brevemente por su participación en las exportaciones ilegales. Un escandaloso fallo de la justicia los sobreseyó definitivamente.
La historia de Lourdes no se puede entender sin considerar la «atracción fatal» que despertó en ella Cúneo Libarona, una atracción que la llevaría a la ruina como el fuego a las mariposas. Mariano, hijo de un fiscal de la Cámara del Crimen, era tan elegante como carente de moral. Como abogado, ingresó al estudio en donde terminó radiado bajo la sospecha de haber cometido una «infidencia», considerada una traición por sus empleadores. Estando desempleado, Lourdes le presentó a Emir Yoma, quien necesitaba un abogado «rápido» que lo defendiera de las muchas querellas judiciales en las que él y su familia estaban involucrados. Por ejemplo, defraudaciones al fisco cometidas por la curtiembre Yoma, de Tinogasta, La Rioja, y particularmente en la más grave de las causas, el Narcogate, también llamado Yomagate (nombre ya utilizado cuando el frigorífico Swift, de capitales estadounidenses, se quejó de que Emir pidiera una coima para dejar ingresar al país equipos para su planta procesadora de carnes), en la que a su hermana Amalia Beatriz, más conocida como «Amira», le habían dictado la prisión preventiva.
Lourdes también fue testigo del llamado Yomagate, un escándalo derivado de la apertura de causas penales en España y luego en Argentina, por el ingente tráfico de maletas Samsonite azules procedente de la venta de drogas ilegales, desde la Costa Este de EEUU al aeropuerto de Ezeiza para su «lavado» e introducción vía Uruguay y Panamá del dinero ya blanqueado en el circuito bancario estadounidense. Testaferros de los narcotraficantes tenían cuentas en el sistema bancario uruguayo, muy permisivo. Amira, secretaria de Menem, organizaba el tráfico en forma de tours de fin de semana a Nueva York, con amigos y conocidos que tenían el pasaje en avión pagado con la condición de traer de regreso como equipaje «no acompañado» las valijas llenas de dólares que al llegar a Ezeiza eran recibidas por el coronel sirio de inteligencia Ibrahim al Ibrahim, pareja de Amira, quien no hablaba castellano y era jefe de Aduana. Este sirio contrajo matrimonio con Amira, a pesar de estar casado en su país, cumpliendo una orden del presidente sirio Hafez al Assad. Este matrimonio de conveniencia fue uno de los requisitos para cerrar un acuerdo verbal con Menem a fin de formar un equipo entre ambos gobiernos, una «Joint Venture» sui generis para ayudar, a cambio de «jugosas comisiones», a las mafias distribuidoras de drogas ilegales de la Costa Este de EEUU para eludir la obligación impuesta por Washington de presentar una declaración jurada sobre la procedencia del dinero de los depósitos bancarios. El otro acuerdo fue que se nombrara jefe de las vistas de Aduana a Ibrahim al Ibrahim, nombramiento que hizo el vicepresidente Eduardo Duhalde en el día de cumpleaños de Amira. ¡Pizza y champagne! El dinero era llevado a Montevideo donde el contador cubano-panameño Ramón Puentes, también conocido como José Patiño, se encargaba de blanquear el sistema bancario uruguayo muy permisivo, para luego reintroducirlo en los EEUU a través de Panamá. Todo esto lo vivió Lourdes Di Natale.
En su juventud, Puentes había sido el tesorero de Alpha 66, la primera organización anticastrista que en 1961 organizó junto a la CIA el frustrado desembarco en Bahía de los Cochinos-Playa Girón y hasta 1988 fue el principal lavador de dinero entre la CIA y el general Manuel Noriega de Panamá. Este acuerdo saltó por los aires cuando la CIA descubrió que Noriega había «filtrado» a los cubanos la documentación secreta elaborada por la XVII Conferencia de Ejércitos Americanos realizada en Mar del Plata en 1987. Ese tráfico fue desbaratado por el juez español Baltasar Garzón, quien a comienzos de 1991 logró la colaboración de un arrepentido, el contador panameño Andrés Ignacio Cruz Iglesias, que a cambio de una reducción en su condena le contó al juez la historia de la organización que integraba. También mencionó que los paquetes eran recogidos en Ezeiza por Alberto el «Negro Bujía», uno de los más estrechos colaboradores de Duhalde, quien poco después moriría en un misterioso accidente de moto. ¿Recuerdan cuando Duhalde fue al sillón de Susana Giménez llorando por su inocencia?
La organización se había montado en Argentina a partir de los contactos del secretario de Recursos Hídricos, Mario Caserta, un caudillo bonaerense y pionero en materia de exportación de cocaína a la península de Florida.
Volviendo a la pareja central de esta historia que no es de ficción sino realidad pura, diremos que el idilio entre Mariano y Lourdes duró poco más de tres años. La relación se volvió tensa con rapidez, casi sado-masoquista. Él le confesó que estaba casado y tenía un hijo, pero aseguró que su mujer, María Gloria Marolda, estaba internada en un psiquiátrico, por lo que no podía abandonarla. Con el tiempo, Lourdes se enteró de que la esposa de Cúneo estaba internada aquel día, sí, pero para tener su segundo hijo. La relación, ya plagada de agresiones psíquicas y físicas de parte de él hacia ella, nunca se distanció lo suficiente como para preservarse.
A mediados de 1992, Lourdes quedó embarazada y la pareja vivió su mejor momento. Mariano abandonó su hogar y se fue a vivir con ella a un departamento de la calle Coronel Díaz, llevando consigo a su madre, María Inés Ramati. Luego se mudaron a un departamento en Mansilla 2431, 10° C, entre Larrea y Av. Pueyrredón. Vivían allí cuando en enero de 1993 nació Agustina Sol. Pero al contrario de lo esperado, el nacimiento de la niña no mejoró la relación. Giuseppe, el padre de Lourdes, declararía ante la jueza Fabiana Palmaghini que en el poco tiempo que vivieron juntos, en 1992 y 1993, su hija le hizo 11 (once) denuncias a Mariano por agresiones en la Comisaría 19. Para Giuseppe no hay duda de que Cúneo tenía engañada a su hija. «Le decía que iba a separarse de su mujer y que se casaría con ella». Una vez que se amigaron, la «convenció» de que retirara las 11 denuncias. Una vez que lo hizo, volvió a ser el de antes (estrategia de abogados, le dicen). ¿Qué hizo? Volvió con su mujer, lo que obligó a Lourdes a refugiarse con la pequeña Agustina en su departamento de calle Mansilla.
En el interín, Cúneo se dio el lujo de visitar a Monzer al Kassar en su palacio de Puerto Banús, Marbella, y organizar su defensa en la causa AMIA, que poco después dejó en manos de Víctor Stinfale, quien también representó a Carlos Telleldín, el único detenido en la causa AMIA. Volviendo a la pareja central de Lourdes y Mariano, luego de varios intentos de reconciliación finalizaron cuando en 1996 Mariano saltó a la fama por defender al ex-manager de Maradona, Guillermo Cóppola, detenido luego que el juez Hernán Bernasconi allanara su piso y secuestrara medio kilo de cocaína en un jarrón.
Eso era parte de la rivalidad entre Menem y Duhalde. Cúneo inclinó la balanza a favor de Menem al conseguir la libertad de Guillote, y premiándose, se fue de vacaciones, dejando a sus dos mujeres, la legal y la ilegal, yéndose a Brasil con Samantha Farjat, una de las mujeres utilizadas de cebo para pescar a Cóppola, pero los paparazzi lo descubrieron y apareció fotografiado en la revista Caras.
Esta trama narco, judicial y sentimental continuará en la segunda parte.