El comportamiento electoral de la derecha extrema en las PASO, sin dudas moldea y delimita el campo de la contienda electoral de octubre. Han proliferado las interpretaciones y especulaciones de todo tipo, lo cierto es que detrás de este proceder, hay un proceso social previo, una evaluación negativa de las gestiones de Macri y Fernández, que profundizaron la pobreza y desigualdad.
Hay que entender que es un voto retrospectivo que mira para atrás y expresa cómo quieren que sean las cosas y no como están siendo. No es un giro conservador ni ideológico, tampoco un voto gorila ni obstinadamente antikirchnerista, es un claro rechazo a la dura realidad que atraviesan las mayorías.
Como inferir que aun sabiendo que el modelo de “gobernanza” que propone el histriónico Milei es impracticable, tan utópica que bordea la irracionalidad, y lo voto el 30%. Este frenesí tiene que ver con el cansancio a una dirigencia y un Estado que le producen más miseria y desigualdad.
Fruto de un escenario disruptivo y una sociedad desencantada y desmovilizada, ayudó a madurar la producción de sentidos neofascistas a ciudadanos que en el 2019 votaron exigiendo más derechos y menos recortes. Y ahora nada les importa que venga alguien a impugnar al Estado y la democracia, y meter motosierra a las políticas de Estado que recortan derechos y profundizan el deterioro en las condiciones de existencia de las mayorías.
Sin dudas, minimizar los malestares reales de la gente, se logró un escenario subjetivo ideal para que desde el altar del Mercado se condene al Estado de Bienestar.
La escena abierta con los resultados de las PASO entre Giano y Gay constituye, de por sí, un desafío para la dirigencia peronista concordiense. Lo primero es cómo se silencian las diferencias internas. Lo segundo, quién será el dirigente convocante para delinear el camino orientado a reducir la incertidumbre actual, producida por la durísima interna entre los precandidatos, sin contar la influencia de una escena económica complicadísima a 50 días de la elección.
Miremos el comportamiento electoral:
Un primer elemento para aproximarnos a la comprensión de la escena que dejaron las PASO es destacar que, desde el inicio de la interna, se desplegó propuestas lejos de los padecimientos de la gente, y esto quedó evidenciado en el poco entusiasmo por votar (74,01%), el más bajo de los 17 departamentos de la provincia. Otro es que 16.919 concordienses fueron a votar y lo hicieron en blanco. Y el 26% del padrón no concurrió a votar.
Recordemos que en las PASO 2019, el peronismo obtuvo 56.570 votos contra 32.944 de Cambiemos. El peronismo perdió 15.357; y JxC 3.407. Las dos fuerzas perdieron 18.764 votos.
Es aquí donde debe reflexionar la dirigencia. Los votos que obtuvieron los candidatos de Milei, Etchevehere y Eduardo Beswick. Está claro que NO TODOS los que los votaron pertenecen a un linaje liberal que se oponga al Estado. No votaron por liberalismo y libre mercado. Aún más, creería que ninguno de ellos leyó el libro “Camino de Servidumbre” de Friedrich Hayek, que plantea que el Estado es la pérdida de libertad y el progreso. Tampoco son negacionistas explícitos. Obedece a la desesperanza, a la desigualdad en los ingresos, a la participación del trabajo en la riqueza producida y la disminución gradual del llamado Estado de Bienestar.
En Concordia, nadie saca esos votos sin el apoyo de las clases populares.
El centro de gravedad del Frente para Entre Ríos pasa por la recuperación de los enojados, apáticos, sobre todo en los barrios. Se necesita una narrativa significativa que se aprecie credibilidad y coherencia. Hablar de las condiciones más reales de la gente, razonamientos lógicos de dónde estamos, hacia dónde vamos y cómo lo haremos para generar confianza y disputar no solo las preferencias de los votantes en blanco, sino de los que no fueron a votar.
Concordia necesita recuperar votos para consolidar el triunfo y ayudar a los votos cosechados por Adán Bahl.
La materia prima de una elección son las palabras, las ideas a aplicar. Sin ellas, no tiene sentido ni contextos. Pero en gran parte de la dirigencia peronista hay un silencio aterrador.