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Nota escrita por: Ricardo Monetta
lunes 30 de junio de 2025

lunes 30 de junio de 2025

Guerra Israel-Irán: No hay verdades compradas, pero sí mentiras evidentes
Por: Ricardo Monetta
En medio de una escalada bélica cada vez más tensa entre Israel e Irán, Monetta busca desarmar el discurso oficial que rodea al conflicto y exponer los intereses geopolíticos y económicos que, según sostiene, están detrás del enfrentamiento. Con un enfoque crítico y provocador, cuestiona el rol de Estados Unidos, el papel de Donald Trump como supuesto mediador, y denuncia la manipulación informativa de los grandes medios internacionales. Lejos de una guerra por "valores", advierte sobre una disputa por hegemonía global que amenaza con desencadenar una nueva conflagración mundial.
Por: Ricardo Monetta

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En este complejo escenario bélico en Medio Oriente, entre Israel y la República Islámica de Irán, se han producido distintos actos con personajes ya desgastados por la Historia, que lo único que hacen es comprometer el futuro de la humanidad en una escalada donde las amenazas, las traiciones, las mentiras y las distintas máscaras con que se pretende disimular los verdaderos objetivos se camuflan para hacernos creer que es una «competencia» por supuestos «valores», cuando en realidad es una competencia por grandes intereses que van más allá de los intérpretes trágicos de este escenario dantesco de destrucción, que nos puede conducir como humanidad sufriente a cocinarnos lentamente en los fuegos del Averno.

Donald Trump, el comediante principal de esta escalada belicista, está atrapado por sus mismas contradicciones, simuladas como garante de paz, cuando toma parte en forma directa del conflicto al atacar con bombas de tremendo poder destructivo las instalaciones nucleares de Irán, sabiendo de antemano que el material radioactivo había sido trasladado a otro lugar secreto. Luego aceptó como compensación que Irán bombardeara una base de EE.UU. en Qatar, que había sido previamente desalojada, para satisfacer la demanda iraní. Después dicta el «alto el fuego», que Israel rompe imprevistamente y origina una respuesta con misiles hipersónicos que dan en el centro de Israel, provocando un pánico total que obliga a Trump nuevamente a acudir en ayuda de su aliado hebreo y quedar él como el símbolo de garantía de paz en la región.

Pero la suerte de Irán y de Israel no depende de ellos. Si no se discute que esta guerra esconde tremendos intereses económicos y geopolíticos, que están más allá de las primeras líneas de los países beligerantes.

Irán tiene la «desgracia» —no en sentido literal— de constituir un espacio geográfico donde se libra una batalla por la hegemonía de Medio Oriente. Más allá de su riqueza petrolera (es el cuarto productor del mundo), geográficamente es un nodo principal en el reordenamiento del nuevo orden mundial, ya que está en el camino de uno de los brazos de la Ruta de la Seda de China, que en mayo último terminó de construir un ferrocarril que solo tarda 15 días en llegar desde China hasta Irán. A lo cual se suma Rusia, que tiene además de poder militar —que no se va a comprometer, salvo en una escalada atómica—, centrales nucleares con 200 tanques rusos en el mismo Irán.

Por eso es que el eje neoconservador de Washington-Tel Aviv se inclinaba por una desestabilización del régimen, a través de una infiltración de mercenarios para provocar una contrarrevolución, como pasó en Ucrania, deponer a su presidente y colocar al «payaso» de Zelensky, y en este caso, al hijo del Sha de Irán como títeres de los poderes globales.

Donald Trump produce una disociación completa entre realidad y espectáculo, presentándose como mediador exitoso de una tregua que ni negoció ni sostuvo, y que por momentos dinamitó, ignorando que fue Irán quien desde el primer momento condicionó sus represalias al cese de los ataques.

Todo lo sucedido no es más que una batalla, ya que lo que sucede por ahora en suelo de Irán no es más que una amenaza verdadera de una Tercera Guerra Mundial, ya que es un conflicto sistémico en curso.

No hay que olvidar que el orgullo de EE.UU. viene muy herido desde que la Revolución Islámica triunfó sobre el Sha y su ejército, y se constituyó en una anomalía intolerable para el orden imperialista. Sobre todo porque se trataba de un Estado con grandes recursos naturales, institucionalidad propia, capacidad militar disuasoria propia y, sobre todo, soberanía no subordinada a Washington. (Argentina dixit). A diferencia de Libia, Afganistán e Irak, que fueron devastadas por el «hegemón». Por eso Teherán no es simplemente un enemigo: es un símbolo viviente que puede resistir al vasallaje económico y político.

Por esta vez, la narrativa oficial y la censura de los grandes medios hegemónicos no logran borrar las imágenes que hoy se transmiten en vivo y en directo, lo que obligará al eje Washington-Tel Aviv a replantearse una nueva estrategia diplomática —o no—, pero no legitimada en una victoria inexistente, como si la opinión pública mundial no hubiese sido testigo del fracaso de sus amenazas y del desgaste que, como nunca, sufrió el pueblo inocente tanto de Irán como de Israel.

Las agresiones al Estado iraní no hicieron más que consolidar la unión de sus ciudadanos, sobre todo por la injerencia del país que, a lo largo de la Historia, tiene tantas guerras como años de vida. Lo que ha quedado demostrado es que el principio de autodeterminación de los pueblos —eso que se llama soberanía— trasciende las simpatías ideológicas o rivalidades internas.

Lo que emerge de este conflicto es que se dibuja un polo de poder que desdibuja el mapa tradicional del comercio y de influencia en él. Por eso Irán es objetivo del poder global: porque se escapa al control atlántico y rivaliza con las rutas del imperialismo.

Esta historia no está cerrada, ni mucho menos, porque se construye sobre un tablero de correlación de fuerzas que están en plena transformación.

Ojalá triunfe la fuerza de la Razón y no viceversa. Hay millones de seres humanos que no pidieron venir al mundo y están sufriendo los horrores por culpa de supuestos líderes que han rebajado la condición humana a seres «descartables», por culpa de un mesianismo supremacista que no es más que una regresión antropológica del Homo sapiens.

1 comentario

  • Monetta, date una vuelta por Israel, vas a ver la verdadera realidad y libertad. Lo demás es fanatismo , corrupción e ignorancia . El día que desaparezca Hamas, van a ser un pueblo feliz y libre

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