Cada vez que la desesperanza política recorre mi memoria, regreso a ciertas escenas, sentimientos y perspectivas, y retrocedo imaginariamente al 24 de mayo de 2003. Desde entonces, revivo la aventura de aquellos años felices de haber sido parte del proceso de reconstrucción de la democracia. Ese 24 de mayo de 2003, muchos de nosotros, con historias personales y con reflexiones ideológicas, teóricas, filosóficas y políticas, atravesadas por la experiencia militante, el sueño revolucionario o el sueño democrático, sentíamos que todo era demasiado oscuro, que a esa noche de mayo ya lejano le seguiría más noche.
En la memoria colectiva, aún derrotada, habíamos más o menos arrojado al exilio conductas similares que hacen recordar a la dictadura. Cuando las fuerzas "populares" pierden capacidad de representación, no faltan gobernantes que se abalanzan sobre los derechos conquistados y transmitidos a través de la historia. Es cuando algunos gobernantes empoderados empiezan a ejecutar prácticas fascistas, que se llevan a cabo sin respuestas porque cuentan con el miedo inoculado no solo por los medios de comunicación, sino porque consideran que a "ellos" no les va a tocar. Pero esta democracia política, aunque dictadura económica, empieza a apretar sobre los resortes de las organizaciones sociales y de los gremios, que son el cuerpo y la matriz fundamental de las garantías de esos derechos de los que hablaba. Resulta que el gobernador Maximiliano Pullaro, erigiéndose como el Bullrich másculino junto con el rey del ajuste, residente pestilente de la Casa Rosada, malogrado perdedor del Premio Nobel de Economía, quiere implementar más políticas de ajuste, traicionando su origen, si alguna vez lo tuvo, como gobernador radical, partido que ya ha encontrado el "gusto" a la traición y a las prácticas corporativas de la corrupción en grupos. Este gobernador mandó a la policía de Santa Fe a detener a dirigentes de AMSAFE (docentes) y de ATE (estatales). Entre ellos, Franco Casasola, docente y dirigente del PTS. Ya son cinco los detenidos. ¿Cuál fue el delito? Pues ejercer el derecho de protestar ante la Legislatura contra un brutal ajuste por parte del gobierno.
Nunca desde la recuperación de la democracia se hostigó tanto a la universidad pública. Se la acusa absurdamente de perseguir a quienes piensan distinto, de ejercer una educación acrítica, y se la asfixia presupuestariamente. Es evidente que, en estos ataques, se asedian derechos conquistados y se anula el deseo de participar en la "cosa" común.
La historia, poder, gusta de educarnos en la obediencia de quien la escribe, inculcándonos desde pequeños la idea madre de que las cosas fueron así siempre, y así deberían seguir. En ese marco conceptual, una de las preocupaciones primarias fue que nos quedara bien en claro que Colón descubrió América en 1492, y que a partir de ese "venturoso" 12 de octubre, la superioridad, la religiosidad y la inteligencia de los españoles no tuvieron más que aflorar para que todos los pueblos que entraban en contacto los considerasen dioses dignos de sumisión. Se nos presenta a estas "sociedades originarias" como zoológicas, hablando de sus costumbres bárbaras, poco afectos al trabajo (de esclavo), y solo se les hace justicia cuando se los declara ignorantes de la "propiedad privada" (elemento fundante del capitalismo), aunque para la historia oficial eso no es una virtud, sino un defecto. Lo que avala groseramente el despojo salvaje cometido por los invasores contra las posesiones de esos pueblos originarios.
En este momento histórico que vive la humanidad, es difícil predecir cuál será el destino de la misma cuando se escriba el último capítulo de esta saga infernal, llevada por dirigentes inescrupulosos que, por contar con la satisfacción personal o colectiva de creerse poseedores de un supuesto "Destino Manifiesto" y apoyados por los siempre siniestros fundamentalismos religiosos, arrastran consigo al resto de la humanidad.
En estos últimos días, el Estado de Israel ha infligido al Líbano un bombardeo masivo e indiscriminado, de tal manera que las víctimas civiles se cuentan por miles, sin que nadie en Occidente deje de mirar hacia otro lado, para no ser censurado o sancionado por su socio cómplice que es EE. UU.
El conflicto en Medio Oriente ha llegado a un grado de tensión máximo, a tal punto que, luego del ataque de Irán de hace tres días a Israel, ha iniciado una escalada cuya evolución es impredecible. La nación persa, que había jurado vengar el asesinato del líder de Hamás por parte de Israel, ahora está involucrada en una nueva batalla. Este asesinato fue seguido por un cruento ataque en Beirut, Líbano, que causó la muerte del líder máximo de Hezbolá, Naharale.
En medio de una gran incertidumbre por la toma de decisiones sobre las acciones de guerra, esta ha sufrido una disminución en su intensidad, pese a que en el frente del sureste de Rusia, las fuerzas de la Federación avanzan sin prisa, pero sin pausa, arrasando las posiciones ucranianas. El contexto de información internacional se interroga acerca de cómo seguirá esta guerra que, a su juicio, Ucrania ha fracasado en su misión delegada por la OTAN y EE. UU., aunque le sigan proveyendo armas de todo tipo. Por el momento, Washington promete más ayuda, pero autoriza a Kiev el uso de misiles de largo alcance, lo que podría desencadenar una respuesta por parte de los rusos que escalaría la intensidad del conflicto e incidiría en las elecciones de noviembre. El todavía presidente Biden quiere aparecer como un componedor de tratativas de alto el fuego.
Alemania como nación, como partido político, siempre tuvo presencia en la Argentina. Por eso no extrañó a quienes seguimos de cerca la política internacional que la condecoración al presidente Javier Milei por parte de la Sociedad Hayek Gesellschaft sea algo más que un hito simbólico en la trayectoria de las fundaciones alemanas que buscan incidir en el tablero político argentino. Existe un entramado entre la constelación de las derechas germanas y el armado libertario que lleva casi nueve meses de gestación.
En el fragor de la lucha intelectual en el ejercicio del periodismo, se había posado en un oscuro espacio de la memoria el deleznable suceso acaecido luego de la represión a los jubilados, quienes fueron apaleados y humillados cuando se manifestaron contra el veto del inescrupuloso Tartufo, que lamentablemente y tristemente ejerce la presidencia. Como si fuera un guerrero medieval, decapitó con lapidario veto un misérrimo aumento a los pobres viejos "meados", quienes, en los últimos peldaños de la escalera de la vida, tienen que sufrir estigmatización y castigos corporales por parte de "valientes" policías de todas las fuerzas de seguridad, como si ellos no tuvieran también familiares en esa condición.