Ayer fui al río, bajé los escalones del mirador hacia la playa. Había poca gente y me instalé en la orilla a leer sobre Oesterheld, el creador de El Eternauta, sobre quien quiero escribir en breve. La brisa fresca besaba mi cara, como una caricia suave. El agua azul corría serena y solo un murmullo rezongón le sacaban las lanchas a motor, a todo lo que da. Mirar el agua serena relaja, da paz, una armonía cuando se une con el cielo, cuando atraviesa el muelle y la arena y se pierde.
“Yo canto para esa gente / porque no soy más que alguno de ellos / ellos escriben las cosas / y yo les pongo melodía y verso / si cuando grito vienen los otros y entonces callo / si solo puedo ser más honesto que mi guitarra”. “¿Para quién canto yo entonces?”, canción de Sui Generis. (1)
“A eso voy —convino el conductor—. Supóngase que realmente sobre el viejo inútil, ¿por qué no se lo llevan a un lugar y lo exterminan por métodos modernos?” (Adolfo Bioy Casares, “Diario de la guerra del cerdo”)
Las dictaduras prohíben la expresión del pensamiento, queman libros y censuran la cultura y el arte. Exigen obedecer, no pensar. Además, como sucedió con la del golpe del 24 de marzo de 1976, persiguieron, secuestraron y desaparecieron a una inmensa cantidad de escritores y poetas. Aquí vamos a recordar a algunos de ellos, cruciales para crear memoria.
El crimen fue en Granada. Nadie sabe de forma precisa cuándo fue fusilado, ni dónde descansan sus restos, pero es seguro que el crimen fue en Granada, y que “por una calle larga… mataron a Federico cuando la luz asomaba” (1).
Frente a la brutalidad policial y el abandono del Estado, una respuesta inesperada e inédita surgió desde las tribunas: los hinchas de fútbol decidieron acompañar y proteger a los jubilados en sus marchas de los miércoles. En un contexto de represión sistemática y desamparo, fueron ellos quienes parieron una idea creativa y maradoniana: cuidar a los adultos mayores de los palos y los gases. Este gesto extraordinario, que ya se expande como un reguero de pólvora a otras hinchadas y ciudades, desafía la estigmatización histórica de las multitudes populares y resignifica el rol del hincha como un actor de resistencia y dignidad.
Hace siglos que las sociedades enseñaron a los hombres que el amor es dominio, rivalidad, posesión, propiedad, mercancía. El mismo lenguaje erótico tiende trampas cuando los amantes dicen: “sos mía” o “soy tuya”. Durante mucho tiempo, el amor fue confundido con sometimiento y con violencia. La fortaleza, la agresividad, la virilidad, el ejercicio del poder fálico han sido mandatos alienantes en la construcción de la masculinidad. El catálogo excluye la ternura y la sensibilidad, demasiado cercanas a la mujer y a la homosexualidad, una de las formas del horror a la castración.
Ayer, 16 de febrero, fue el aniversario del asesinato de Facundo Quiroga, el Tigre de los Llanos, en Barranca Yaco. El gran caudillo de La Rioja que Sarmiento transformó en leyenda en su obra Facundo: Civilización y barbarie, escrita en Chile, donde estaba exiliado, con la “premura con la que Sarmiento escribía” (Borges), para establecer su concepción de la historia y golpear a Rosas. Una operación política que formó parte de la “batalla cultural” del momento, plena de falsificación de datos.
Dos mujeres, profundamente cristianas, que profundamente se aman, son discriminadas. A contramano de Dios, no se festeja el Amor, se apedrea...
La crítica de la realidad cesa con el enamoramiento o la hipnosis, dice Freud en Psicología de las masas y análisis del yo, un texto fulgurante en el amanecer de los fascismos.
2 comentarios
Silvia
Hermosa descripción, Sergio! Coincido con todo lo que expensas en ese texto. «Mirar el agua serena, relaja, da paz…» Es así! Gracias.
Julio
Muy bonito lo que redactaste Sergio con un vuelo poético muy rico, dan ganas de estar en playa los sauces al atardecer haciendo eso mismo observando todo. Con respecto a los parajes que mencionás tuve la fortuna de pasar tardes de verano en mi infancia y mi adolescencia, que lástima que esos lugares quedaron como un recuerdo hermoso del pasado, hoy esos lugares ya son apocalíticos debido a la maldita mano humana.